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Precedentes
Alrededor de junio de 2023 me decidí poner como meta el intentar documentar y escribir sobre los orígenes de la historia del videojuego española, es decir, el período comprendido entre 1973 y 1984.
Mi principal misión en ese contexto fue el de completar y extender la investigación realizada en 2016 por Marçal Mora Cantallops sobre los orígenes de la Overkal, clon español de la Magnavox Odyssey producido por Inter Electrónica en 1973.
Este trabajo, gracias a la ayuda inestimable de testimonios de antiguos empleados de Inter y otras personas sumado a mi labor de investigación y recopilación de información de registros y numerosas hemerotecas, dieron lugar al artículo «Overkal – Por Primera vez el televisor servía para jugar». Publicado el 19 de marzo de 2024, es posiblemente hasta la fecha uno de los trabajos más completos sobre el origen de los videojuegos en España.

El éxito recibido gracias al apoyo de numerosos usuarios, en particular, del Community Manager de ForoCoches por difundir mi hilo en redes sociales, donde explicaba a grosso modo la historia de la propia investigación y como pude dar con la información clave.
Desconozco si fue a raíz de ello o de otro lugar, pero no pasaron ni dos semanas cuando Javier Pérez Campos, redactor y colaborador habitual en Cuarto Milenio, se puso en contacto conmigo para hacer una sección dedicada a la historia de la Overkal en dicho programa. A raíz de esto surgió el especial «El Enigma Overkal» en el que acudí como «investigador especializado en videojuegos» siendo entrevistado por Iker Jiménez en relación a la historia de dicha consola.

Esta colaboración sumado al buen recibimiento en los comentarios y de conocidos que le encantaron mi trabajo, me han animado a seguir investigando, con ánimo de seguir escribiendo sobre la «prehistoria del videojuego».
Desde entonces me dispuse a seguir indagando y buscando en registros y hemerotecas para seguir acumulando información. Los registros de patentes he llegado a un extremo que casi me los conozco al dedillo.
Fruto de dicho esfuerzo, no tardé mucho en encontrar evidencias de que otra gigante española de la electrónica de consumo había tenido relación con los inicios de los videojuegos. Se trataba de Vanguard, o formalmente conocida como Cahué Industrial.


Originalmente fundada como una pequeña empresa de fabricación de receptores de radio en los años 50 en L’Hospitalet de Llobregat, fue en los años 60 con el apoyo del industrial Juan Cahué Franquet cuando la compañía crece exponencialmente en el ámbito nacional y se convierte junto a Inter, una de las compañías más importantes del ámbito de la radio televisión.
En este sentido creo que es relevante el intentar contaros aquí la historia de dicha compañía, sus inicios, su final y el cómo terminó involucrándose, en la que sea posiblemente, la primera consola de videojuegos cancelada de la historia.
Historia de Vanguard
Todo comienza en 1950, cuando Juan Abelló Noguera funda Cradial Radio en un altillo de la calle Progreso 58, en L’Hospitalet de Llobregat de Barcelona.

La empresa se centró inicialmente en la fabricación de aparatos de radio de válvulas, con modelos como Comet y Pulgarcito, que lograron gran popularidad gracias a su tamaño compacto y su facilidad de uso. Más adelante, se fabricaron los modelos Explorer 6 y Explorer 7 (Explorador), que eran de transistores alambrados a mano, de los cuales se hicieron muy pocas unidades.

En 1958, Cradial comenzó a fabricar un modelo de transistor llamado Vanguard modelo SIX. El nombre le fue dado por el programa de cohetes y satélites de Estados Unidos desarrollado a finales de la década de 1950. Vanguard fue el segundo satélite estadounidense en estar en órbita.

El artífice de bautilizarlo «Vanguard» fue Lisardo Ruiz Agudo, responsable de los bobinados en Cradial Radio. Las características principales de este primer modelo de Vanguard eran tener un chasis de baquelita con remaches y alambrado a mano. Tenía solo AM, poca sensibilidad, y las bobinas se fabricaban en la sección de bobinados de Cradial. El modelo tuvo una muy buena aceptación en el mercado, tanto que los clientes pedían «una Vanguard» al comprarla.
En 1958, Juan Abelló Noguera montó una sociedad con el vendedor de Cradial, Juan Cahué Franquet, llamada Industrias Abelló Noguera. Ese mismo año, la sociedad cambió su nombre a Vanguard, naciendo así la marca. Se desconoce si hubo más personas en la sociedad. La razón social estaba en la calle Fortuny 9 de Hospitalet de Llobregat, Barcelona.

Juntos fundaron la empresa Cahué Industrial (CISA), estableciéndose no mucho más tarde en Santa Eulalia 240. Bajo la dirección de Cahué, la empresa comenzó a crecer rápidamente estableciendo numerosos centros autorizados y acuerdos con importantes distribuidores en toda España, logrando que Vanguard se expandiese rápidamente, aumentando su presencia en las principales ciudades de España. La empresa se convirtió en una de las principales empleadoras del país, con más de 10,000 empleados.

Periódico «El Adelantado» (10 de noviembre de 1971)
Durante esos años, Vanguard logró consolidarse como una de la líderes en la fabricación de radios y de aparatos de televisión en España mediante una serie de productos de con buenas características a precios muy competitivos, lo que la hizo introducirse con mucha facilidad a miles de hogares españoles. En 1961 comienzan a producir aparatos de televisión.



En 1969 comenzó la construcción de un enorme edificio de fábrica, almacén y oficinas en la calle Santa Eulalia 240. Este nuevo complejo industrial permitió a Vanguard mejorar y ampliar significativamente su capacidad de producción. La apertura del complejo marcó un hito importante en la historia de la localidad dando empleo a miles de personas. El nuevo edificio fue inaugurado en 1970.




El 18 de julio de 1969, el jefe del Estado Francisco Franco otorgó a Juan Cahué y Vanguard el título de «Empresa Modelo», en reconocimiento a sus contribuciones a la industria.

Con la llegada y popularización de los primeros aparatos con tecnología LED, Vanguard amplió su línea de negocio a las calculadoras electrónicas y relojes digitales en 1972. Estos nuevos productos cosecharon un gran éxito y permitieron a Vanguard consolidarse una vez como una de las líderes en el sector de la electrónica de consumo en ámbito nacional. Durante esta época, el patrimonio de Juan Cahué se calculaba en varios millones de pesetas, convirtiéndolo en uno de los hombres más ricos de España.



Vang-Ball, la consola de Vanguard
Mario Verneda Galobart (1926 – 2020) fue un ingeniero y jefe técnico que trabajó para Vanguard. Realizó varios diseños industriales y patentes aplicables a aparatos de radio, pick-ups y cassettes que pueden ser consultados en la Oficina Española de Patentes y Marcas.




Fue propietario del centro autorizado de servicio técnico Vanguard ubicado en la calle Vizcaya 444 en Barcelona.


Se cree que Mario Verneda tuvo un contacto muy cercano con la Magnavox Odyssey entre 1973 y principios de 1974. Mario registró en la Oficina de Patentes y Marcas un modelo de utilidad que abarcaba la idea de una consola, con el nombre «Juego electrónico para aparatos de televisión» el 12 de febrero de 1974. Como se puede apreciar por el dibujo y la descripción, se trataba del mismo diseño y definición exacta de lo que era la Magnavox Odyssey. Es probable que este registro fue realizado con la intención de asegurarse que nadie en España pudiese registrar un aparato similar.


Haz clic en la imagen si quieres ver este documento completo.
No obstante ya hubo alguien que se les adelantó. Santiago Arcocha Noguera había registrado el modelo de utilidad «Dispositivo electrónico para el gobierno del haz en un tubo de rayos catódicos» en mayo de 1973. Este diseño fue materializada en la Overkal. El registro de Mario Verneda fue invalidado en noviembre de 1975 a instancia del propio Santiago Arcocha, alegando extremas similitudes con su modelo de utilidad y dibujos industriales.


Es probable que siendo conscientes de esto, optaron al poco tiempo por diseñar una consola que aunque estuviese basada en la Magnavox Odyssey, fuese lo suficientemente diferente para evitar posibles pleitos.
No mucho más tarde, concretamente el 9 de abril de 1974, Cahué Industrial registró el diseño industrial «Dispositivo de control y mando para juegos electrónicos» (I0080158).


Boletín Oficial de la Propiedad Industrial (1 de abril de 1975)
Cortesía de la Oficina Española de Patentes y Marcas
El registro consiste en la ilustración de la propia carcasa del aparato y una descripción detallada de su apariencia. En el dibujo se distingue que la consola posee un selector de juegos mediante 6 interruptores y unos potenciómetros deslizantes en el que podemos asumir que son para ajustar la posición de red en el juego de tenis y la velocidad de la bola.

Los mandos poseen unos controles deslizantes en el que podemos asumir que dos eran para mover en sentido horizontal y vertical los jugadores, y otro para ajustar la trayectoria de la pelota en el juego de ping-pong/tenis. El botón ubicado en el costado derecho servía para el saque de la bola.
Todos estos detalles mencionados funcionalmente los comparte la Overkal de Inter Electrónica, que apenas había aparecido en febrero-marzo de 1974.

Esto hace pensar de que para antes de principios de abril de ese año, el área de investigación en Vanguard tenía conocimiento de la Overkal.
La dantesca similitud en compartir el mismo selector de juegos de 6 pulsadores, es demasiado buena para tratarse de una simple coincidencia. Además de compartir prácticamente las mismas funcionalidades, aunque bajo una apariencia diferente.
Suponemos que a fin de evitar posibles pleitos por el diseño electrónico, Cahué Industrial decidió registrar un modelo de utilidad de perfeccionamiento con el nombre «Perfeccionamientos en los circuitos electrónicos para representación gráfica dinámica en aparatos de televisión» el 7 de junio de 1974. El diseño se trataba de una simplificación del circuito que empleaba la Odyssey/Overkal en el que se contemplaba la utilización de chips TTL, lo que la haría una consola con componentes más avanzados.

En la descripción de este documento hace referencia de que este perfeccionamiento es aplicable a aparatos electrónicos de juegos que ya han tenido éxito en el extranjero, haciendo claramente alusión a la Magnavox Odyssey.

El nombre
Gracias a la costumbre por parte de las grandes compañías de registrar marcas comerciales, existen diversos registros realizados por Cahué Industrial y por el propio Juan Cahué Franquet de varios de los nombres que se estaban barajando para la consola: Ping-Ball, Vanguard-Ball, Vang-Bol y Vang-Ball. Estos registros datan desde el 22 de marzo hasta el 12 de junio de 1974. Partiendo de la idea que cuando se hizo el primer registro ya el sistema se encontraba en vías de desarrollo, nos podemos hacer a la idea de que el proyecto comenzó en marzo de 1974, lo cual cuadra considerando que el diseño del aparato tiene algunas similitudes con la Overkal, la cual había sido lanzada sobre esa fecha como antes se mencionó.







El último nombre en registrarse fue el de Vang-Ball, lo que sugiere que pudo haber sido el nombre definitivo de la consola.
¿Por qué fue cancelada?
Este es el punto más interesante, y el que no obstante, no sabemos rotundamente nada.
Hasta donde se sabe en base a las evidencias presentadas y a falta de alguna unidad previamente documentada, la consola nunca se llegó a comercializar. A pesar de que prácticamente lo tenían todo (carcasa, diseño electrónico y nombres potenciales) da la impresión de que el proyecto fue cancelado antes de pasar a la fase de producción.
Basándonos en que se llegó a realizar un diseño de la carcasa de la consola, cabe la posibilidad de que existiese al menos un prototipo. Pero considerando que han pasado más de 50 años y que el interés por la preservación y documentación de este tipo de material era posiblemente uno de los últimos puntos en la lista de prioridades de cualquier compañía en esa época… La probabilidad de que haya sobrevivido un prototipo es prácticamente inexistente.
Las causas que desembocaron en su cancelación son dificiles de definir a falta de evidencias o de testimonios de empleados de investigación y laboratorio que recuerden la consola.
Si nos basamos en suposiciones, posiblemente la razón más sólida del porqué fue cancelada a última instancia pudo deberse a que el sistema de haberse comercializado, probablemente no se hubiese vendido bien debido a su elevado coste, tal como sucedió a su némesis la Overkal.
Otra posibilidad podría ser el temor a posibles repercusiones legales por parte de Inter Electrónica, o incluso de Magnavox, porque aunque el sistema hubiese sido muy modificado, legalmente debían de pagar una licencia para poder vender una consola. Aunque la Overkal, aun siendo un clon sin licencia de Magnavox hasta donde se sabe, Inter nunca tuvo repercusiones legales, algo que vino principalmente en consecuencia de la distribución limitada del sistema y de la no mención de un fabricante.
Vang-Ball si se hubiese lanzado, sería bastante descarado considerando que el nombre de la propia Vanguard viene en el nombre de la consola, lo que hubiese dado facilidades a presentar un pleito contra ella.
Será algo que posiblemente nunca vayamos a saber, aunque prefiero pensar que algún día puede que salgan evidencias.
Los últimos años de Vanguard
Las pocas fabricantes que se repartían el pastel de la electrónica de consumo nacional habían experimentado durante los años 60 hasta los 70 un crecimiento exponencial a causa del mayor poder adquisitivo de la sociedad española de la época, creando tendencia en la adquisición de aparatos de radio, audio y televisión. Esto les hizo obtener una posición muy estable ante la ausencia de nuevas marcas que les podrían suponer una fuerte competencia.
Sin embargo este mar de tranquilidad se vió seriamente amenazado ante la llegada y proliferación de marcas extranjeras, que cada vez encontraban más atractivo el mercado español. Las fabricantes nacionales tenían que hacer algo para intentar ponerse a la altura de las grandes multinacionales, siendo el paso más lógico el de fusionarse o vender la compañía si querían seguir existiendo en el mapa. Fue una época de grandes cambios y de una competencia muy salvaje.
Empresas tales como Inter Electrónica había comenzado por aquella época a entrar en negociaciones con Grundig para la fusión de ambas compañías, que terminó formalizándose en 1978. General Eléctrica Española se había asociado con Thomson en 1974, Sony se había establecido en España con la adquisición de Kosmos Eléctrica en 1973,…
Con este panorama, estaba claro que Vanguard necesitaba más temprano que tarde un acuerdo con una firma extranjera importante si querían seguir existiendo.
La firma multinacional japonesa de electrónica de consumo Hitachi había comenzado en 1978 a buscar una compañía ya establecida para poder establecerse en España.

Hitachi se mostró interesada en Vanguard, llegando a reunirse con Juan Cahué para negociar la venta de su compañía. No obstante, él se mostró reacio a dicha idea.
«No venderemos jamás la empresa ni a Hitachi ni a nadie», aseguró ayer a EL PAIS el administrador-gerente de Cahué Industrial, Juan Cahué, al ser consultado sobre la posible venta de su empresa a la sociedad japonesa. El señor Cahué, sin embargo, se negó a comentar las posibilidades de una cooperación más estrecha de su empresa con Hitachi, alegando que «a mí me gusta atender a la prensa, pero eso pertenece al futuro, que es como una bola de cristal». Según el dirigente de la sociedad española fabricante de los productos Vanguard, las relaciones que mantiene la empresa con Hitachi son similares a las existentes con todas las restantes firmas internacionales del sector.
El País, 7 de noviembre de 1978
A pesar de la negativa, y que públicamente negó cualquier tipo de acercamiento con Hitachi, las negociaciones prosiguieron. Tan sólo 2 días después, el propio Juan Cahué le hizo la propuesta de que Vanguard ejerciera de asistencia técnica, así como de vender productos con tecnología licenciada de Hitachi. Este acuerdo fue formalizado en abril de 1979.


Este acuerdo también implicó la creación de Hitachi Salas Ibérica, una empresa conjunta para comercializar productos Hitachi en España. A pesar de los beneficios potenciales, este acuerdo presentó una serie de desafíos financieros y operativos para Vanguard, debido a los elevados costos de los materiales y las altas tasas de importación que obligaron a encarecer sus productos.



Estos problemas de producción, sumado a la saturación de fabricantes, la salvaje competencia de la televisión en color y una enorme plantilla insostenible que llevaba años arrastrando problemas de absentismo, hicieron que la compañía tuviese los días contados… Y así fue.
El 31 de enero de 1981 se hizo eco en El País que Vanguard se había declarado en suspensión de pagos, con un pasivo de 3.455 millones de pesetas.

A pesar de la situación, la compañía siguió operando. Los trabajadores de Vanguard enfrentaron una serie de regulaciones y despidos. La empresa presentó varias regulaciones laborales y los trabajadores promovieron recursos contenciosos. En 1982, los bienes de Vanguard fueron embargados por Hacienda debido a una deuda de 690 millones de pesetas. Los trabajadores realizaron un encierro en el edificio en protesta por la situación y la rescisión de contratos de casi 1500 empleados.

El Periódico del Llobregat (4 de noviembre de 1982)
Durante este período, las tensiones aumentaron y se realizaron numerosos intentos de negociación entre el Comité de Trabajadores, los interventores y los representantes de la empresa. Sin embargo, la intransigencia de los bancos, que inmovilizaron fondos significativos, agravó aún más la crisis.
Además, uno de los principales acreedores era Samuel Montagut, un residente en Inglaterra cuya identidad y legitimidad fueron cuestionadas por los trabajadores. Los conflictos laborales se intensificaron, y los trabajadores continuaron su lucha por resolver las deudas y mantener la empresa a flote.
En medio de esta crisis, Vanguard siempre mostró agradecimiento por el apoyo recibido de amigos, clientes y proveedores. A pesar de los desafíos, la empresa intentó mantener la normalidad en sus operaciones y buscar soluciones viables a través de reuniones y negociaciones, incluso se plantearon fusión con Emerson (que también se encontraba en malos momentos) para la supervivencia de ambas compañías.
Sin embargo la crisis era prácticamente irreversible. La intervención de las fuerzas del orden público y las decisiones judiciales complicaron aún más la situación.
El titular de la Magistratura número nueve de Barcelona dictó una orden de embargo sobre veinticinco cuentas corrientes y de ahorro pertenecientes a la sociedad Cahué Industrial y a Juan Cahué. Esta medida fue solicitada por doscientos trabajadores que habian sido despedidos.


Estas decisiones dificultaron en gran medida la supervivencia de la Vanguard. Los impagos de los sueldos de los 400 empleados que aun quedaban en la compañía fueron liquidados mediante bienes que quedaban, tales como piezas y aparatos de televisión y de equipos de audio. La actividad de Vanguard, si bien había sido totalmente escasa desde 1981, se paralizó completamente en 1985.
Durante 1986, los trabajadores de la compañía crearon un plan de viabilidad para reestructurar la compañía con el nombre de NEPESA (Nueva Empresa de Productos Electrónicos, S.A.). Esta nueva sociedad contó con un capital de 1052 millones de pesetas, distribuyéndose de la siguiente forma: 32% de Juan Cahué. 15% de Samuel Montagut, 20% a una financiera inglesa y el 23% restante de las deudas salariales de los trabajadores.
Esta nueva compañía siguió produciendo aparatos VHS, equipos de audio y televisores. No obstante, la vida de la compañía fue muy corta.
Se deduce que alrededor de 1990 esta compañía desapareció. El edificio de la calle Santa Eulalia fue vendido y convertido en un espacio de oficinas en 1991.

Desapareciendo así, prácticamente sin pena ni gloria, la que fue una de las más importantes empresas de la electrónica de consumo.

No obstante, me gustaría que este artículo sirva para recordar y reivindicar el papel que Vanguard no sólo jugó como mítica marca de electrónica de consumo, sino para desvelar y «dejar por escrito» su papel en la que es posiblemente, la primera consola de videojuegos cancelada de la historia.

Redactado por MARTIN F. MARTORELL
Referencias
- Oficina Española de Marcas y Patentes (OEPM)
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica (Ministerio de Cultura)
- Arxiu Històric de la Ciutat de Barcelona
- ARCA (Arxiu de Revistes Catalanes Antigues)
- Premsa Catalana Digitalitzada
- La Vanguardia
- ABC
- El País
- Todocoleccion
- eBay